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NOV

De Las Pastillas del Abuelo, al mundo


Publicada: 1-11-2021

No puedo pedir más nada



Piti Fernández, en el Teatro Broadway: “No puedo pedir más nada”. Rodeado de su familia y artistas invitados, el músico abre las puertas de su camarín y charla con La Viola sobre su proyecto solista, el regreso a las giras y su forma de componer.

 

La ciudad de Buenos Aires se disfraza de enero, la sensación térmica pisa los treinta grados, la humedad rebalsa de las baldosas y los rostros de los transeúntes denotan un cansancio causado por el típico golpe de calor veraniego. Pero lo cierto es que todavía no llegamos a noviembre y la calle Corrientes, pese a las temperaturas inesperadas, enciende sus luces al compás de la retirada del sol.

Mientras tanto, el Teatro Broadway abre sus puertas a una larga fila de asistentes que llegan temprano. La cantidad de personas llama mi atención. Los sigo. Abren una puerta pesada que simula un espejo y bajan por una escalera muy empinada. Al llegar al subsuelo, tengo la sensación de haberme equivocado de sede. Es que todo indicaría que, casi de una forma mágica, me infiltré en un cumpleaños familiar donde conviven tres generaciones, un bullicio constante y una gran mesa de sándwiches, snacks y bebidas de todo tipo y color. Pero no, tras atravesar un largo pasillo, llego a un camarín blanco con tres sillas y un espejo grande. Una de ellas está ocupada por Willy Quiroga, pionero del rock argentino, que me saluda amablemente. Ahora siento que viajé en el tiempo y aterricé en los 70 en la previa de un show de Vox Dei.

Mi viaje cósmico se ve interrumpido cuando ingresa por la puerta Piti Fernández, el anfitrión y responsable de esta locura. Es que el músico reunió a todos sus amores en un mismo lugar: su familia, baluartes del blues y el rock local como Pipo Cipolatti, Alambre Gonzalez, Claudia Puyó y grandes músicos que lo acompañan en este nuevo proyecto.

Se sienta al lado mío y empezamos a darle rienda suelta a una charla que navegará por distintos temas y que, como toda conversación en medio de una reunión familiar, se verá sistemáticamente interrumpida por la llegada de los seres queridos que vienen a saludar, regalar unos cuantos abrazos y palabras de afecto.

 

“Estoy muy contento”, cuenta mientras me señala a su alrededor. “Estoy compartiendo este espacio con una leyenda viva”, explica mientras señala a Quiroga, “Bah, dos”, se corrige en el instante que su padre aparece por el umbral de la puerta junto a su madre. “Viejo, te quiero”, le dice mientras se para y se acerca a darle un cálido beso en la mejilla. “Me encanta invitar a gente y llenar el escenario de tantas personas. Hoy incluso toco con mis sobrinos así que vino toda la familia a acompañar”, me explica mientras vuelve a su lugar.

En aproximadamente una hora, Piti subirá al escenario junto a su banda “Los Irrompibles”. Todo indica que se viene una noche llena de country, blues y folk que dará el cierre a la gira que lo tuvo dando vueltas por distintas provincias del país. A bordo de una chata junto a cinco músicos, hicieron más de 60 fechas en pocos meses. Hoy, la cita será con la banda completa. “Volver a la ruta y ver a la gente fue esperanzador. Ver a las personas soltarse y saltar fue muy gratificante, no me lo esperaba”, confiesa.

En ese momento, se acerca su pareja que lo saluda con un beso, se presenta amablemente y se retira. Él la mira con una sonrisa; se lo nota relajado y espontáneo. Tiene la capacidad de conectar con nuestra charla, interrumpir para saludar a alguien y volver como si nunca se hubiera ido. Piti pareciera estar dónde y cómo quiere estar; hay algo en su mirada que da la sensación de estar satisfecho, como quien no necesita nada más que lo que tiene a su alrededor. Creo que deduce lo que estoy pensando porque me mira y me dice: “No puedo pedir más nada” y ambos asentimos con la cabeza.

Vuelvo. Le pego un vistazo al cuaderno donde anoto algunos temas disparadores y elijo preguntarle por su nueva canción Hurto de Baúl. En sus letras, Piti pareciera hablarle a una pareja que lo dejó para irse con otro. Te fuiste con el mas turro y me dejaste rascando mal, canta en la primera estrofa. “Se la escribí a dos guitarras. En una época de mi vida me las robaban sistemáticamente del baúl del auto”, revela. Me sorprendo con la confesión y le pregunto cómo se lleva con la interpretación que le da la gente a sus canciones. “A mí me gusta contar el verdadero significado de cada canción. Sin embargo, es divertido lo que interpreta la gente. En este caso todos piensan que se la dedico a una mujer y no a una guitarra”, dice entre risas.

 

Este nuevo sencillo es el sexto adelanto de su segundo disco solista llamado Caminos Bríos. Un álbum cuya fecha de publicación, a causa de la pandemia, fue modificada varias veces. Ante esto, Piti se amigó con las nuevas reglas del juego de la industria musical: ir sacando sencillos. Le pregunto cómo se lleva con esta nueva dinámica. “A mí me gusta la parte conceptual de eso. Antes uno sacaba un disco y tenia que reflejar, más o menos, los dos años anteriores de su vida. Ahora, en cambio, trato de sacar un tema que hable de mis últimos meses. Me divierte jugar con un concepto puntual y la coyuntura. El año pasado, mientras estábamos en cuarentena, hablé del encierro”, explica y continúa: “En este momento, por ejemplo, estoy escribiendo dos canciones. Una que expresa mi enojo hacia los medios y la forma de meternos miedo. Y otra, dedicada a mi hija que, entre toda esta locura, me hace sonreír”

Se ve que la idea de lanzar singles le divirtió tanto que cuando quise saber si la fecha de publicación oficial del disco seguía siendo el día de su cumpleaños, el próximo 14 de noviembre, me contestó: “Yo creo que lo voy a sacar en mi cumpleaños pero el año que viene. Voy a hacer 500 discos de vinilos para venderlos en la primera fecha y hacer la presentación y despedida el mismo día”. Nos reímos.

 

 

 



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