¿Por qué se vende acá?
El café torrado, una práctica popular en Argentina, se destaca como una excepción en un mundo donde esta técnica está prohibida en la mayoría de los países. A pesar de las preocupaciones sobre su impacto en la salud, su consumo persiste debido a factores históricos y culturales arraigados en la sociedad argentina.
La tradición de consumir café torrado tiene profundas raíces históricas y económicas en Argentina. Este método, que implica tostar el café con azúcar para crear una capa caramelizada en los granos, surgió como una solución durante épocas de baja calidad del café disponible y restricciones económicas. En tiempos de crisis, el café torrado ofrecía una alternativa más económica y accesible para la población.
A diferencia de otros lugares, en Argentina existe una tolerancia especial al sabor amargo, lo que contribuye a la popularidad del café torrado. Influenciados por tradiciones como el mate y la gastronomía italiana, que abrazan los sabores amargos, los argentinos han adoptado el café de baja calidad como parte de su cultura, creyendo que esta era su única versión. Esta preferencia por lo amargo ha obstaculizado la demanda de cafés de mayor calidad, que suelen tener un perfil de sabor más dulce y natural.
A pesar de su arraigo cultural, el café torrado plantea preocupaciones para la salud debido a la formación de acrilamida durante el proceso de tostado, así como al contenido adicional de azúcar. La acrilamida se considera un posible carcinógeno humano y su consumo puede aumentar el riesgo de problemas metabólicos y de salud dental.
Aunque la calidad del café ha mejorado y el consumo de café puro ha aumentado en Argentina, el café torrado sigue siendo una opción popular debido a su sabor distintivo y su precio accesible. Esta práctica persiste como una tradición arraigada en la historia y la cultura del país, incluso en un contexto de mayor conciencia sobre los riesgos para la salud asociados con su consumo.