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JUN

Bien merecido


Publicada: 18-06-2024

Una segunda parte que no defrauda



Hay una frase que se popularizó porque la experiencia así lo demostró y reza que "las segundas partes no son buenas" o no logran superar ni ofrecer algo superador con respecto a la primera versión y así. En el cine se notó mucho y el concepto luego fue trasladado a publicaciones tipo libros, ahora podría ser aplicable a series y demás contenidos que admiten "segundas partes". Basándonos en esa idea, concepto, frase, la segunda parte de Intensamente, no defrauda.

Aquí la crítica del sitio Rolling Stone:

 

La segunda parte del clásico de Pixar complementa de una manera mágica y orgánica a su predecesora.

Kelsey Mann  / Con las voces de Amy Poehler, Maya Hawke, Kensington Tallman, Adèle Exarchopoulos, Ayo Edebiri, Phyllis Smith, Liza Lapira, Lewis Black, Tony Hale.

Hace diez años, los estudios Pixar nos cautivaron con una historia surrealista en la que incursionamos a la mente de una niña llamada Riley y vemos como sus cinco emociones básicas la controlan. Gracias al enorme talento del director Pete Docter (Monsters, Inc., Wall-E, Up, Soul) y al talento vocal de Amy Poehler (Alegría amarilla), Lewis Black (Ira roja), Phyllis Smith (Tristeza azul), Bill Hader (Miedo morado) y Mindy Kaling (Desagrado verde), Intensa Mente se convirtió en uno de los trabajos mayores del prestigioso estudio de animación propiedad de Disney.

El estreno de la esperada secuela se da en un momento bajo para los estudios, ya que sus últimas dos cintas, las infravaloradas Lightyear y Elemental, fueron unos rotundos (e inexplicables) fracasos de taquilla. En términos de la producción las cosas tampoco pintaban bien, ya que Docter fue reemplazado por el debutante Kelsey Mann y las voces de Miedo y Disgusto fueron reemplazadas debido a disputas financieras (Tony Hale reemplaza a Hader y Liza Lapira reemplaza a Kaling, pero la falta de las voces originales se siente).

No hay que temer, ya que Intensa Mente 2 es otro de esos milagros a los que nos tiene acostumbrados Pixar (sean un éxito comercial o no, lo cierto es que todas sus películas son bellas). La cinta que nos llega una década más tarde transcurre dos años después de los acontecimientos de la primera parte. Riley cumple 13 años, sueña con convertirse en una buena jugadora de hockey y goza de la amistad de Bree (Sumayyah Nuriddin-Green) y Grace (Grace Lu). Pero un buen día Riley se levanta de su cama y todo comienza a convertirse en un desastre, la pubertad se apodera de ella, sus amigas le anuncian que van a acudir a otra secundaria y la entrenadora Roberts (Yvette Nicole Brown) la invita a jugar por tres días junto al equipo secundaria, liderado por la jugadora estrella Valentina Ortíz (Lilimar), una joven a la que Riley admira en demasía. Los rumores dicen que Riley podría convertirse en lesbiana, pero la cinta nos habla de unos crush que ella tiene y que pertenecen al sexo masculino. Además, este mundo homofóbico todavía no está preparado para algo así en una película familiar (recuerden el escándalo ridículo con la pareja de mujeres que se besan en Lightyear).  

La pubertad hace que nuestras cinco emociones básicas sean desplazadas por un nuevo grupo de emociones. El guion original hablaba de una Libertad blanca, una Fuerza negra, un Amor magenta y una Pasión cian. Pero al final, estas nuevas emociones fueron reemplazadas por Ansiedad naranja (Maya Hawke), Envidia cian (Ayo Edebiri), Vergüenza rosada (Paul walter Hauser) y Ennui índigo (una maravillosa Adèle Exarchopoulos representando el tedio en clave francesa). También hay que mencionar a otra emoción muy divertida y que hace una breve aparición, ya que vive en el desván de los recuerdos. 

Alegría, la antigua líder del grupo, comete dos errores. El primero consiste en enviar los malos recuerdos al inconsciente (lo que los psicoanalistas llaman represión, un mecanismo de defensa que se vuelve dañino cuando se usa en exceso) y el segundo en dejar que Ansiedad se apodere de la mente de Riley, lo que lleva a que las emociones básicas sean contenidas. Esto genera un nuevo sistema de creencias y la conformación de una nueva identidad basada en sarcasmo, egoísmo y poca autenticidad. 

En el camino de recuperar la antigua personalidad de Riley y retomar el control de su mente, las emociones básicas se encontrarán con un divertido trío de secretos guardados. El primero es Bloofy (Ron Funches), una especie de tributo a Dora la exploradora y Barney (Riley sigue adorando el show infantil de Bloofy, pero no quiere admitirlo); el segundo es Lance Slashblade (Yong Yea), un valiente avatar de videojuego con la apariencia de cantante de K-Pop y con traje de Final Fantasy del que Riley estuvo “enamorada”; y el tercero es el secreto más oscuro de Riley (que solo se revelará en la escena postcréditos). 

Las películas de Pixar divierten a los niños con los personajes carismáticos y coloridos y las divertidas situaciones que se presentan, pero los padres también se divierten con ellas y aprenden valiosas lecciones en el camino. Intensa Mente 2 no es la excepción. La cinta habla con elocuencia sobre los peligros de una ansiedad desbordada, pero también de cómo la ansiedad es importante para planear y anticiparse a los problemas. 

Tomando como referencia la perspectiva de Alegría, en vez de intentar responder a la pregunta sobre si la primera parte es mejor que la segunda, lo mejor es decir que ambas películas se complementan de una manera mágica y orgánica, así como sucedió con la clásica cuatrilogía de Toy Story y las dos estupendas partes de Los increíbles (esto no es un tema de competencia sino de integración).  Hay una hilarante simpatía entre Tristeza y Vergüenza (¿un posible romance?). Sin embargo, algunos psicólogos estarán pensando sobre la pubertad y la ausencia de la lujuria en Riley (también conocida como atracción sexual, excitación o cachondeo). Pero ese es el tema de la magnífica serie animada de Netflix Big Mouth, que bien podría pensarse como la versión para adultos de Intensa Mente y que los padres también deberían ver y tomar atenta nota.



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