13 canciones del maestro
Charly García estrena "La Lógica Del Escorpión": historia oral de cómo ideó y grabó su esperado disco, a través del relato de los involucrados, Teleshow reconstruyó la cocina, el contexto y el concepto del décimo cuarto álbum de estudio del genio de la música argentina, que sale este 11 de septiembre.
¿Vale repetir que Charly García tomó el concepto para su nuevo álbum, La Lógica del Escorpión, de la película Mr. Arkadin (1955), dirigida y coprotagonizada por Orson Welles? OK, va de nuevo. La fábula de la rana y el escorpión es relatada por Welles mientras encarna a Gregory Arkadin, un misterioso millonario que contrata a Van Stratten, exconvicto con aceitados contactos en el bajo mundo para que investigue sobre su propio pasado. Y remata el cuento con un “¡Brindemos por el carácter!”, celebrado por su corte de lambones que lo escuchan con atención, resacosos tras una brutal fiesta enmascarada.
Amén de esto, el nudo de la película se asemeja a este décimo cuarto álbum de estudio como solista de García. Es que Arkadin, afectado por una presunta amnesia, le pide a Van Stratten que averigüe cómo había sido su vida anterior a su primer recuerdo: una noche del invierno de 1927 en la que despertó en Zúrich con “apenas” dos posesiones, un traje puesto y los 200 mil francos suizos que constituyeron la base de su creciente fortuna.
Luego se verá que, en realidad, esta investigación le sirve al poderoso para ir ajustando cuentas del pasado e ir borrando las huellas que lo incriminan, mientras provoca un derrame de sangre y se vuelve más escurridizo. Es un escorpión con un interminable aguijón que va perforando ranas por ahí. Algo así como esta actualización de Charly, que va recordando y linkeando a distintos momentos de su vida pública y privada.
Desde la portada, que está diseñada por Renata Schuscheim a partir de ideas de García, al igual que la del primer álbum que firmó como solista (Música del alma, 1980, registro en vivo del mítico show titulado El Festival del Amor).
El tema 1 es “Rompela”, una versión castellanizada de “Break it up”, que ya había visto la luz en Kill Gil (2007, 2010). Así también como el cover de “Watching The Wheels”, que acá reaparece con otro arreglo y la letra corregida.
“Juan Represión”, que había quedado afuera de la edición original de Pequeñas Anécdotas de las Instituciones (Sui Generis, 1974), ataca otra vez pero con la voz de Charly y la sabiduría que otorgan los años.
“Te recuerdo invierno”, tema que escribió en su adolescencia, cruza por el barrio de Piazzolla y se trae una melodía melancólica al tono.
El “Rap de las hormigas” se mete en la intro de “La Medicina N° 9″ (que a su vez cuenta con la frase “Voy a correr hasta morir”, un guiño a la historia que lo llevó a componer “Canción para mi muerte”), mientras que “Chipi Chipi” encarna el espíritu de “Estrellas al caer”. “Hay gente que tiene sueños recurrentes, yo tengo melodías recurrentes”, se justificó el propio García en algún momento de su descontrolada etapa Say No More cuando se lo cuestionaba por el alto índice de autocovers en sus álbumes.
El menú ecléctico presenta a este álbum como un “grandes éxitos” sin que necesariamente alguno de estos trece temas lo hayan sido. Y a diferencia de Random (2017), no presenta un concepto del todo cerrado. La obra se completa con el oyente mientras Charly manipula su música cual prestidigitador y arma un repertorio a pedir de su propia boca.
Esto es lo que quiere decir en este momento de su vida. Con todo, lo más sorprendente y emocionante es escuchar su voz lo más natural posible y al frente de todo. Se percibe en todo momento su esfuerzo por cantar y, en una época en la que las fantasías digitales están a la orden del día, él se muestra más real que nunca. Podría haber sido “Charly GarcIA”, pero optó por descartar ese uso de la tecnología. Eso sí, con el iPad como aliado principal en cuanto a la composición.
Otro punto a destacar es el espíritu de cofradía que montó en torno a La Lógica..., muy similar a cómo lleva Charly su diaria doméstica, con poca gente a su alrededor. Así, los nombres que aparecen tienen mucho que ver con su historia: Pedro Aznar, David Lebón, los Fernandos Kabusacki y Samalea, Rosario Ortega, Hilda Lizarazu, Fito Páez, Kiuge Hayashida y Toño Silva, estuvieron en las sesiones que se realizaron entre octubre del 2020 y diciembre de 2021; casi siempre en el estudio Happy Together, del barrio de Caballito, más otras en Romaphonic, siempre bajo las órdenes del joven Matías Sznaider, ingeniero de grabación y mezcla que acompañó a Charly en todo el proceso del álbum.
Con Guillermo Tato Vega, personal manager del artista, asistiendo a todo momento. Y con la discreción como principal ordenadora: la frase “Charly no quiere que se filtre nada”, se leía en las paredes de los estudios. Con el misterio a punto de develarse, casi todos los involucrados dieron su testimonio a Teleshow para reconstruir el detrás de escena de este trabajo.
La cuenta regresiva en Spotify está preparada para el gran estreno:
El inicio del proyecto
Matías Sznaider: —Cuando sacó Random, él vino al estudio El Pie, donde yo trabajaba, para mostrarle el disco a su grupo. El estudio me pone a mí para que me haga cargo de la parte técnica y el audio. El llegó solo con Tato y Javito, sus fieles asistentes. Y fluyó muy bien. Eso derivó en que trabaje para un show que hizo en el Caras y Caretas para presentar el álbum (febrero 2017). Salió muy bien y desde ahí seguimos en contacto para hacer más cosas. Entonces, empecé a verlo a él previo a los shows que dio entre 2018 y 2019 para hacer una tanda de ensayos previos a que juntara a la banda, donde armaba las listas de temas. Y en eso, empezamos de a poco a grabar algún tema. De hecho, “Rompela” viene de fines de 2019. Pero el disco empezó en octubre del año siguiente y lo terminamos en diciembre del 2021. Se grabó prácticamente todos los días durante ese período. Después se mezcló durante el verano de 2022. Y ahí se terminó nuestra parte. Lo mandamos a masterizar a mitad de ese año. Y después vinieron todas las gestiones para todo el lanzamiento.
Rosario Ortega: —En La Lógica... y en Random la dinámica fue la misma: él grabó las bases y se inspiraba con algún sample, algún loop. En el anterior, por ejemplo, le pasó con “Primavera” y esa mandolina que tiene. Acá también, empezó usando baterías, que después fueron reemplazadas por Fer Samalea o tocó arriba. Va creando capas, va tocando instrumentos. Y no hay nadie que le proponga ideas a nivel producción. Las hace él mismo. Termina siendo el productor con el ingeniero al lado, que va tomando órdenes, haciendo que el audio crezca y se luzca. Creo que en este disco su voz está más cruda que en el anterior, que estaba más procesada, y acá se ve realmente cómo cantaba Charly en el momento que lo grabó.
Fernando Samalea: —Él es muy de cofradías, nunca está en un papel de productor, haciéndote sentir que tenés que cumplir un rol o deberle algo. Simplemente abre el juego y permite que quienes lo acompañamos hace tanto tengamos la chance de seguir haciéndolo. A lo largo del tiempo se fue haciendo un núcleo que lo acompañó en esto. Abrió su collage, que ya lo tenía bastante armado con Matías, el ingeniero. Tenían unas cuantas ideas de ritmos y fui reemplazando algunas cosas. Siempre con humor y con camaradería. Con esa complicidad que tiene él para sacar lo mejor de cada uno.
Fernando Kabusacki: —El estudio se convirtió en un lugar de encuentro de amigos, de ir a pasar la tarde grabando, con buena onda, camaradería. Muy buen humor siempre. Y la verdad que fue muy lindo. Una situación de grabar muy de lujo. Él tuvo la idea de grabar todos los instrumentos, pero en un momento dijo: “En vez de tocar las guitarras yo, lo llamo a Kabu”. Yo iba a estar en un tema solo, pero al final terminé tocando en dos, tres, cuatro... Empecé a ir varias veces por semana al estudio. Y llegué a grabar en 10 temas de los 13.
Hilda Lizarazu: —Me llamó Mecha (Iñigo), su mujer, de parte de Charly y me dijo de ir a grabar. Fue muy familiar todo el asunto. Y lo recibí con gran alegría, con enorme respeto y por los años de haber laburado juntos. Que estuviera haciendo un disco nuevo, me llenó de alegría. Empecé a soltar mi algarabía desbordante cuando me llamaron, que fue en pandemia. Fui varias veces al estudio, escuché los temas, que todavía estaban en formación. Y puse esas vocecitas, en tres de ellas.
David Lebón: —Es un personaje increíble, yo lo amo tanto al quía... Porque es muy inteligente. Primero, para hacer letras. Son increíbles, muy buenas. Si encontrás el camino, ¿no? Él me dijo que iba a grabar para mi disco Lebón & Co. Pero que a él le gustaría si yo podía grabar, a cambio, un tema con él. ¡Y me hizo grabar dos temas! Estuve como 18 horas en el estudio, más o menos, grabando... Lo amo, lo amo, lo amo...
Pedro Aznar: —“América” la grabamos en una jornada en el estudio Romaphonic. Tanto la música como la letra las compusimos juntos. Entramos al estudio sin el tema compuesto, lo fuimos haciendo sobre la marcha, improvisando y haciendo tormenta de ideas. Charly tenía algunas anotaciones sueltas en un cuaderno. Tomamos algunas de esas notas como punto de partida y a partir de ahí desarrollamos. Y sí, el tema tiene todos los ingredientes de la metodología Tango: improvisación, espontaneidad, interacción, juego. Bien podría haber sido parte de un Tango 5.
Tato Vega: —Charly estuvo muy afilado en la composición. De repente, estábamos en el auto y decía: “Voy a hacer un tema sobre El club de los 27 que sea un blues. Buscaba en el iPad y tenía un demo que se llamaba “Blues”. Y lo terminó al toque, letra y música. Cuando se le ocurrió “Autofemicidio”, lo mismo. Los temas le bajaban al toque.
fuente: Teleshow